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Las raíces musicales del ser humano

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El hombre es el animal terrestre que más avanzada tecnología ha desarrollado. También es, que se sepa, el único que toca el piano. Puede que parezca que ambas habilidades no tienen nada que ver, pero un hallazgo hecho público ayer, por la Universidad de East Anglia, las relaciona de manera sorprendente.

Hace 1.750.000 años nuestros ancestros provocaron una gigantesca revolución tecnológica, algo que probablemente cambió para siempre el destino de la especie. Llevaban cerca de 800.000 años utilizando guijarros y esquirlas de roca como herramientas. Encontraban en el entorno el material necesario y, sin apenas transformarlo, lo utilizaban para separar la carne del hueso de los animales que carroñeaban, para extraer la médula de la que se alimentaban o para machacar frutos. Entonces, algún genio de la época comenzó a desarrollar herramientas más complejas. Tallaban la piedra para generar hachas bifaces, con dos caras punzantes y cortantes. Habían desarrollado los primeros cuchillos o navajas de la historia. Eso ocurrió en medio de la Edad de Piedra, en lo que los científicos llaman tránsito entre el modo 1 y el modo 2 de industria lítica, entre el modo olduvayense y el modo achelense.

Sin duda, ese gran avance debió de ser reflejo de un cambio evolutivo espectacular en la capacidad mental de los homininos de entonces. Quizás también en su inteligencia, su memoria y su habilidad lingüística. Sin embargo, no podemos estar seguros de ello. El cerebro, como otras partes blandas, no fosiliza. Nos quedan restos de los huesos de algunos seres de la época, de parte de sus cráneos, de las huellas que dejaron en el suelo o las paredes de las cuevas con sus manos o pies... pero no nos quedan cerebros.

Cierto, la mente no fosiliza, aunque sí lo hacen los actos que esa mente produce. Las herramientas son uno de ellos. La ciencia puede imaginar cómo eran de inteligentes aquellos antecesores por el rastro de sus utensilios. Aunque la técnica no es idea. Deberíamos tener un modelo real de su cerebro y observar cómo evolucionaron las regiones encargadas de cada función cognitiva a lo largo de la evolución de la mente.

Tenemos eso sí, un modelo a estudiar: el cerebro moderno. A través de su estudio, sí se puede inferir cómo sería el cerebro de aquellos pre-humanos. Y eso es lo que ha hecho un equipo de investigadores de la Facultad de Psicología de East Anglia en el Reino Unido. Han realizado el estudio al revés: en lugar de buscar un cerebro de hace un millón de años (cosa imposible de encontrar) han utilizado cerebros actuales para enseñarles a hacer herramientas de hace un millón de años. Se reclutó a 31 voluntarios y a algunos de ellos se les enseñó a fabricar herramientas de piedra mediante instrucciones verbales. A otros se les educó en el mismo fin, pero mediante vídeos sin palabras.

Los investigadores querían saber qué áreas del cerebro se activan durante ese aprendizaje. Se supone que los primeros fabricantes de herramientas aún no conocían el lenguaje, por lo que debieron de haber aprendido el oficio viéndose unos a otros.

Mientras los voluntarios aprendían a realizar herramientas de modo 1 y de modo 2 se analizó su cerebro mediante tecnologías de diagnóstico por imagen. Los resultados fueron esclarecedores.

Mientras que para la realización de industria lítica de modo 1 (olduvayense) sólo es necesario coordinar las áreas cerebrales de la atención visual y el control motor, para hacer herramientas de modo 2 (achelenses) también hay que activar áreas relacionadas con la memoria visual, el aparato auditivo y la información sensomotora. Lo más curioso del experimento es que estas áreas requeridas para las herramientas más complejas son las mismas que se ponen en juego cuando aprendemos a tocar el piano.


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