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En las distintas recreaciones que se han hecho de la evolución de nuestra especie se han planteado diferentes versiones de cómo pudo haber sido el Homo antecesor o el neandertal, pero son pocos los estudios científicos que han analizado en profundidad cómo el rostro «esculpido» del hombre moderno le convierte en una especie única.
Como no podía ser de otra manera, ha sido un equipo de Atapuerca el responsable de analizar los detalles de cada cara y cómo las formas del mentón, de la frente o de la mandíbula son diferentes en función de la especie Homo que analicen. Para su estudio han cogido cuatro caras de la Sima de los Huesos de Atapuerca, que pertenecen al Homo heidelbergensis, aunque como explica uno de los principales investigadores, Juan Luis Arsuaga, director científico del Museo de la Evolución Humana (MEH): «ahora preferirnos referirnos a esos fósiles como ‘‘antepasados de los neandertales” (tienen 430.000 años)»; una «cara» de la Gran Dolina de Atapuerca (de hace 850.000 años) que es Homo antecessor, aparte de dos neandertales europeos y un Homo erectus africano.