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En 1903, un grupo de científicos encontraron en la cueva de Alice y Gwendoline, en el irlandés Condado de Clare, miles de restos que acabaron cogiendo polvo en una caja en el Museo Nacional de Irlanda durante más de 100 años. En 2010, la doctora Ruth Carden, una osteóloga animal asociada al museo volvió a analizar las colecciones de huesos procedentes de las excavaciones en diversas cuevas, dado que desde el descubrimiento de la datación por radiocarbono en 1940, son muchas las pruebas que se han hecho con restos encontrados con anterioridad. Como especialista en arqueología de cuevas, la dr. Dowd, del Instituto Tecnológico de Sligo, se interesó por la rótula del oso y junto con la dr. Carden buscaron fondos de la Real Academia de Irlanda para la datación de la pieza por radiocarbono que se llevó a cabo en el Centro Chrono de la Universidad Queen de Belfast. En el primer informe de 1903 se señalaba que el citado hueso tenía marcas hechas con una especie de cuchillo. «Fue un shock cuando nos llegó la fecha de datación paleolítica. Tuvimos la evidencia de que alguien había descuartizado al oso y le había hecho cortes en la rodilla, probablemente para extraer los tendones. Sí, esperábamos una fecha prehistórica; pero el resultado del Paleolítico nos pilló por sorpresa», explica la dr. Dowd.