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"Hemos conquistado Júpiter"

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«Estamos allí. Estamos en órbita. Hemos conquistado Júpiter», aseguraba Scott Bolton, investigador principal de la NASA en el Southwest Research Institute en San Antonio (Texas) ayer, tras cinco años de vuelo de la sonda Juno acercándose al gigante de nuestro sistema solar. «¿Cómo funciona este universo maravilloso y cómo comenzó? Ésta es una de las cosas más alucinantes de trabajar en la NASA: que recibes respuesta a estas preguntas», añadió.

Para llegar hasta allí, Juno se ha convertido en la nave impulsada por energía solar más rápida desarrollada hasta la fecha: alcanza los 250.000 km/hora orbitará a unos 5.000 kilómetros de la superficie de Júpiter, diez veces más cerca que cualquiera de las nueve sondas que lo exploraron previamente. Durante su vida, dará 37 vueltas alrededor del gigante gaseoso y luego se lanzará en un vuelo suicida contra su superficie, enviando la mayor cantidad posible de información, hasta que la presión la destruya. Gracias a ello, los científicos obtendrán las imágenes con mayor resolución hasta la fecha.

Más allá de los avances que ya está produciendo el desarrollo de Juno en el campo de dispositivos fotográficos, energía solar y comunicación, explorar Júpiter durante los próximos 20 meses podría explicar los primeros tiempos de nuestro sistema solar y hasta exhibir las razones por las cuales la Tierra es habitable.

Este planeta es un sistema solar en miniatura. Tiene una masa que duplica la del resto de los planetas, en su interior caben 1.300 Tierras, y tiene, por ahora, 62 lunas conocidas según la NASA, algunas de ellas muy raras, como Ío, el cuerpo con mayor actividad volcánica del sistema solar, con más de 400 volcanes activos y un flujo constante de mareas que provocan olas de más de 100 metros de altura, o Europa, la más pequeña de las cuatro lunas descubiertas por Galileo y que contiene el doble de agua que la Tierra, lo que la convierte en una candidata para hallar vida. También está Ganimedes, más grande que Mercurio y la única luna conocida que tiene su propio campo magnético.

Y, hablando de campos magnéticos, la magnetosfera de Júpiter, la región que se encuentra bajo la influencia del campo magnético del planeta, se extiende unos 3 millones de kilómetros en dirección al Sol, pero si se mide en la dirección opuesta, llega a más de mil millones de kilómetros, rozando la órbita de Saturno. Para Heidi Becker, ingeniera especializada en efectos de la radiación del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, la aproximación de Juno a Júpiter es como «visitar la parte más temible del lugar más temible... eso es el entorno radiactivo de Júpiter, lo que nadie ha visitado antes».

Por si fuera poco, Júpiter «fue el primer planeta que se formó en el Sistema Solar, es el primer paso hacia nosotros», explica Bolton. Júpiter absorbió la mayoría de los restos de gas y polvo que quedaban tras la formación del Sol y después se formaron el resto de planetas, es decir, nosotros, la Tierra, somos las sobras de las sobras del Sistema Solar. Nuestra intención es mirar dentro del planeta y ver su composición. Si, en efecto, hay un núcleo sólido, esto querrá decir que ya había rocas antes de que hubiese planetas en el Sistema Solar y que Júpiter comenzó a formarse a partir de ellas

¿Por qué es importante responder a esto? En toda su grandeza, Júpiter podría haber lanzado fuera de nuestro sistema solar a otros planetas, dejando un sitio adecuado para planetas rocosos, como la Tierra, más cerca del Sol, permitiendo la vida. Esta teoría se basa en el análisis de otros sistemas planetarios que cuentan con gigantes gaseosos mucho más cerca de la estrella.


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