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Clonación, la enfermedad de la copia

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Primero fue Dolly, con su aspecto de oveja normal, su lana de oveja normal y sus normales balidos de oveja. A pesar de ser un clon. Ya casi nadie se acuerda de su peripecia prenatal, su feliz alumbramiento, su dura vida cargada de achaques y malformaciones y su muerte sacrificada para que dejara de sufrir por culpa de la precoz enfermedad progresiva pulmonar que padeció. ¿Fue Dolly un fracaso o u éxito científico? ¿El primer mamífero clonado a partir de una célula adulta que había nacido vivo? ¿O un experimento fallido de clonación que demostró cuán peligrosos pueden ser los efectos secundarios de este tipo de técnicas?

Más de dos décadas después de aquel mediático nacimiento, otros dos mamíferos vuelven a saltar a las páginas de las revistas científicas por una razón similar a la de Dolly: han sido clonados a partir de células adultas. En este caso se trata de dos monos.

Los primeros clones de primates generados mediante la técnica de transferencia nuclear de células somáticas (la misma que la de Dolly) acaban de nacer en un laboratorio del Instituto de Neurociencia de Shanghai y son dos monos gemelos llamados Zhon Zhon y Hua Hua, derivados de la palabra Zhonghua, «pueblo» en chino.

Estos dos monos no son los primeros clonados en la historia. Ese honor le corresponde a Tetra, un macaco Rhesus nacido en 1999 tras los experimentos realizados en la Universidad de Ciencias de la Salud de Oregón (EE UU), para el que se llegaron a emplear alrededor de un centenar de embriones. Pero para producir aquel animal se empleó una técnica mucho más simple de división embrionaria. Se trataba de forzar en laboratorio el mismo proceso por el que la naturaleza produce gemelos univitelinos. Se pueden clonar así mamíferos, pero la tecnología es muy limitada y solo permite que nazcan hasta cuatro animales de cada intento. La técnica de transferencia nuclear de células somáticas, sin embargo, es mucho más versátil. Se trata de extraer el núcleo de un embrión y sustituirlo por el núcleo de células adultas del animal. El nuevo embrión se convierte en un clon del ser que ha donado la célula adulta.

Hasta ahora, las células adultas de primates se habían mostrado inútiles para esta técnica. En ratones, vacas u ovejas, es fácil introducir un núcleo de ellas en un embrión. En monos, la tecnología se resistía. Algunos genes de los primates inhibían el desarrollo del embrión. Los autores de este nuevo avance han utilizado técnicas de epigenética para evitar la acción de esos genes. En concreto han descubierto que las células más útiles son las extraídas de tejido fetal de un macaco. Se utilizaron también tejidos de monos adultos, pero los monos nacidos solo sobrevivieron unas horas tras el parto.

Es evidente que existen muchas complicaciones para clonar estos primates con esta técnica. Y todo parece indicar que cuanto más complejo es un organismo, más se resiste a la clonación. Lo que por supuesto conduce a pensar que la clonación humana está mucho más lejos de lo que algunos creen.


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