Hay investigadores que se van, otros que vuelven... y otros que, por primera vez, ponen el pie en nuestro país. Y, pese a que las condiciones no parezcan las más propicias, algunos terminan quedándose e incluso liderando sus propios grupos. Según la Secretaría de Estado de I+D+i, el Gobierno financia cada año alrededor de 250 científicos procedentes del extranjero, incluyendo a aquellos que llegan con contratos postdoctorales de los programas Ramón y Cajal –un 20% del total–, Juan de la Cierva –un 26%– o Torres Quevedo –un 15%–. Muchos de ellos acuden a los Centros de Excelencia Severo Ochoa, entre los que se encuentran el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona... Otros llegan a través de las ayudas del Consejo Europeo de Investigación (ERC), que este año ha coincidido a nuestro país hasta 31 millones de euros para 13 investigadores, tres de ellos foráneos. Sin olvidar las ayudas específicas de las comunidades autónomas, como las becas ICREA que concede la Generalitat catalana.
Así, los centros de excelencia están pendientes no sólo de retener a los científicos nacionales, sino también de atraer el talento extranjero. Y en algunos casos, con una vocación de internacionalidad fuera de toda duda. En muchos de ellos, renuevan sus equipos cada nueve años. El Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) de Barcelona cuenta con un 70% de su plantilla procedente de fuera. Una cifra similar a la del CRG. ¿El motivo? Reunir a los mejores.
«La investigación científica de alta calidad e impacto es una actividad totalmente globalizada, en la que hay colaboración y competición a escala planetaria. La misión del ICFO es realizar investigación de frontera, de primera línea mundial. Para ello necesita científicos con mucho talento y motivación», afirma Lluis Torner, director del ICFO. «Reclutamos investigadores y estudiantes de doctorado de todo el mundo, aunque tenemos programas dedicados específicamente a estudiantes formados en nuestras Universidades», añade. Mientras, el CNIO, en la categoría de postdoctorado, cuenta con un 50% de su personal procedente de fuera, la mayoría de la UE, con Italia, Francia y Alemania a la cabeza. Y cinco de ellos son jefes de grupo o responsables de programas.
Pero, ¿qué piensan estos científicos ya consolidados en nuestro país? ¿Es posible hacer una investigación de calidad y superar las «estrecheces»? Tres de ellos cuentan a LA RAZÓN su experiencia y analizan las ventajas –en sus centros se les da todo tipo de apoyo y facilidades– y los inconvenientes –sobre todo la financiación y la burocracia– de investigar en España.